LA IMPULSIVIDAD
Actuar por impulso es algo emocional, y
casi todas las malas decisiones son impulsivas!
Esa parte no es un misterio: Convertir
la toma de decisiones en un proceso racional es el Santo Grial de muchos
investigadores, que consideran las emociones y las inclinaciones personales, el
enemigo de las decisiones lúcidas, pero esos esfuerzos siempre fracasan, porque
las emociones forman parte de todas las decisiones.
Si estás de buen humor, probablemente
pagarás demasiado por un artículo, lo comprarás por capricho, exagerarás lo
mucho que te servirá en el futuro y estarás ciego a todo lo negativo.
La respuesta habitual a la tendencia emocional
es el control del impulso, poder controlar nuestros impulsos está considerado
el aspecto fundamental de la Inteligencia Emocional.
Aparentemente esto se puede predecir
desde muy temprana edad. En un experimento se le dice a un niño que le van a
dar un caramelo ahora mismo, pero que si espera 15 minutos le darán 2. Sólo un
porcentaje mínimo de niños pequeños opta por lo segundo, pero aquellos que lo
hacen, es muy probable que tengan un buen control de los impulsos durante el
resto de su vida.
El circulo vicioso es que, cuanto mejor
controlemos nuestros impulsos, menos confianza tendremos en las decisiones repentinas,
y éstas resultan frecuentemente las más adecuadas.
Pararse a analizar una decisión, tiende
a llevar a las peores decisiones, no a las mejores.
Solución:
Saber cuándo hay que decidir ahora, y
cuándo hay que hacerlo más tarde, no es algo que se ajuste a un modelo en concreto.
Algunos impulsos producen buenos resultados, otros, desengaños. A un nivel de
conciencia pura, los impulsos están en línea con los futuros resultados, lo que
significa que lo que deseas hacer en este preciso instante, resultará lo
conveniente para el futuro.
Con la conciencia
expandida, tienes espontáneamente el impulso adecuado, y si no es así,
instintivamente reconoces que debes parar y reconsiderarlo.
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