Para cicatrizar las heridas del pasado, salta hacia
atrás a través de los rayos de Dios, que brillan en cada paso que das. Siempre
han estado allí, aunque tú eligieras cerrar los ojos. Después, salta de regreso
a tu presente, pero deja la puerta abierta a estas sombras brillantes y a los
recuerdos curativos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario