Un paciente busca un terapeuta:
-"no consigo dejar de chuparme el dedo",
a lo que le contesta el terapeuta:
-"no se acostumbre a ello, pero chupese un dedo distinto cada día de la semana"
A partir de ese momento, cada vez que el paciente se llevaba la mano a la boca, se veía instintivamente obligado a escoger el dedo que debía ser objeto de su atención ese día, antes de que acabase la semana estaba curado.
Cuando el mal se convierte en un habito, es difícil lidiar con el, pero cuando nos exige nueva actitudes, decisiones, elecciones, entonces nos concienciamos de que no vale la pena tanto esfuerzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario