Si soy honesta con mis sentimientos,
puedo ser más sensible a los ajenos. Mis sentimientos los registran con mayor
fidelidad que mi intelecto.
Para saber qué ocurre dentro del otro,
me pregunto: Qué siento yo que le pasa? En vez de preguntarme, Qué le ocurre?
Para percibir lo que alguien siente con
mayor claridad, dejo de oírle, desatiendo mis pensamientos y buceo en las
profundidades de mi alma.
Si en contacto con mis sentimientos más íntimos le digo Cómo
entiendo lo que dice, podrá responderme llanamente si estoy en lo cierto.
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