Estoy convencida de que en un principio
Dios hizo un mundo distinto para cada hombre, y que es en ese mundo, que está
dentro de nosotros mismos, donde deberíamos intentar vivir.
Aceptar que cada persona es un mundo y
que todas las opiniones son subjetivas, nos ayuda a vivir con ligereza y a no
dramatizar cuando otros se muestran en desacuerdo con nosotros.
Sobre esto, hay un relato de la
tradición ZEN y cuenta que tres amigos habían salido de excursión, cuando
divisaron a lo lejos un hombre solo sentado en una ladera:
Seguro
que se ha perdido y espera que alguien pase por allí para orientarle - declaro uno de los amigos
No
lo creo – dijo otro, a
mi me parece que se siente indispuesto y se ha sentado allí para reponerse
Ninguno
de los dos estáis en lo cierto – intervino
el tercero – Sin duda está esperando a algún amigo para
conseguir el camino en su compañía.
Discutieron, mientras se encaminaban hacia el
desconocido, al llegar junto a él, le interrogaron para saber quién tenía
razón.
Te
has extraviado? – preguntó
uno
No! – contestó el hombre
Te
encuentras mal? – preguntó
el otro
No! – volvió a decir el desconocido
Esperas
a algún amigo? – preguntó
el tercero
No! – repuso nuevamente
Desconcertados, los 3 amigos
preguntaron a la vez:
Entonces,
qué haces aquí?
El desconocido sonrió y sin abandonar la calma dijo:
Simplemente estoy!!
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