No hay acción más relajante que
perdonar una ofensa que nos ha carcomido hasta el momento.
Cuando dejamos de lado el
resentimiento… nos sentimos repentinamente liberados!!
Para lograrlo no debemos perdonar desde
un plano de superioridad, sino asumir que todo sucede tal como debe suceder.
Cada persona se haya en un estadio
diferente de evolución espiritual, y por lo tanto, actúa dentro de sus
limitaciones.
Todos damos lo que tenemos, sea mucho o
poco, según nuestras circunstancias, cada cual está donde tiene que estar, y
ofrece lo que puede ofrecer! Por lo tanto, no hay nada que perdonar… como mucho
podemos ayudar a los demás a avanzar un poco en su camino hacia la Plenitud.
Quien actúa mal, en realidad, está
pidiendo nuestra ayuda, y al ayudarle crecemos espiritualmente con esta
persona… puesto que en la Escuela de la Vida, no hay ofensas, sólo lecciones!!
Deberíamos agradecerles la oportunidad
que nos brindan para ser mejores y resultar útiles a los demás.
Acordaros de la frase de Oscar Wilde: “Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será
cuando más lo necesite!!!”
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