Permitirse pensamientos de
culpabilidad, remordimientos y arrepentimiento, parece virtuoso, como un acto
de humildad y honestidad, pero en realidad, es el fracaso de responsabilizarme
de mis acciones pasadas, porque todavía se trata de mí.
Estos pensamientos no ayudan a las
personas que he perjudicado, tengo que dejar a un lado mi auto-ataque y dar la
bendición que hasta ahora he negado, es mejor hacerlo en silencio, ya que las
consecuencias de corregir son impredecibles.
La decisión de bendecir proviene del
interior e incluye la intuición para actuar o dejar de hacerlo.
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