Recordemos, que al mirar la realidad, la teñimos con nuestros propios filtros, por lo tanto, al que mira el mundo desde la desconfianza, todo le parece sospechoso e imprevisible. El que espera el desprecio del vecino, lo acaba obteniendo debido a que se dispone para acoger este tipo de acción negativa.
Pero así como tenemos la capacidad de llevar nuestro infierno allí donde posamos la mirada, también es humana la posibilidad, de poner un filtro positivo entre nosotros y la realidad. Si miramos a los demás con amor y confianza obtendremos respuestas mayoritariamente positivas, como asegura la denominada ley del espejo, que aplicada al mundo de la empresa sería, trátame como un empleado de tercera y me comportaré como un empleado de tercera, trátame como un empleado de primera y me comportaré como un empleado de primera. En buena parte, somos lo que los demás esperan que seamos y los demás acaban siendo lo que esperamos de ellos. Por lo tanto merece la pena ofrecerles un espejo nítido y radiante que les muestres no solo lo que son, si no también lo que pueden llegar a ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario